Hace menos de una semana, se cumplía el decimosexto aniversario de la agresión cometida por la OTAN contra la República Federal de Yugoslavia. La organización terrorista internacional mostraba su rostro, en la que era la primera intervención “humanitaria” de su historia.

El bombardeo, que duró la friolera de 78 días, se llevó a cabo con la intención de poner de rodillas a una República que no aceptaba el modelo occidental y que llevaba años haciendo frente, en una guerra de guerrillas, a grupos de terroristas albano-kosovares (ELK) lacayos del imperialismo transatlántico.


Del 24 de marzo hasta el 11 de junio de 1999  aviones y misiles crucero de la OTAN, asesinaron a 2000 civiles e hirieron a otros 6000, lanzando mas de 2300 misiles y 14.000 bombas entre las cuales había de fragmentación y uranio empobrecido.
Destruyeron casas, hospitales, escuelas, iglesias, monumentos, mercados, edificios gubernamentales, y, todo tipo de infraestructuras vitales para la población como estaciones de bombeo de agua, instalaciones eléctricas, plantas térmicas o petroquímicas, infame recuerdo el de la petroquímica de Pancevo, indiscutible crimen de guerra con alevosía, que provocó vertidos tóxicos sobre el Danubio y Belgrado originando un desastre humanitario/ecológico de tamañas consecuencias.

La acción se producía tras una enorme campaña de desinformación de los mass-media y contra un país de vital importancia geoestratégica, poseedor de una clase obrera cualificada, que por entonces resistía a las embestidas de la doctrina neoliberal capitalista, en plena expansión en los años noventa y sin una fuerza de contra-poder eficaz, tras la caída del bloque sovietico.

Desde El comité Antiimperialista no olvidamos aquellos que cayeron en honor a la soberanía y dignidad de su pueblo frente al brazo armado de la oligarquía internacional.

Comitè Antiimperialista